- Té verde. Estudios en la Universidad de Stanford, en Inglaterra, han demostrado que el té verde matcha, en polvo, puede interrumpir la secuencia metabólica de las células madre del cáncer de mama, negándoles energía y haciendo que mueran (Bonucelli, 2018).
- Soya: edadames, frijol de soya y germen de soya. Se ha observado en estudios que las mujeres asiáticas, en cuya dieta se consume mucha soya, verduras y té, tienen un riesgo significativamente menor de desarrollar cáncer de mama (Shu, 2009).
- Cúrcuma. Debido a la cantidad de cúrcuma que se consume en la dieta diaria, en la India hay muy baja incidencia de cáncer de mama.
- La linaza contiene lignanos, que son los polifenoles que se metabolizan en el microbioma intestinal para producir enterodiol y enterolactona, ambos inhibidores el desarrollo de cáncer de mama (Carreau, et.al, 2008).
- Brócoli. Consumir una o dos tazas de brócoli a la semana está asociado con una reducción del riesgo de contraer varios tipos de cáncer, debido a que contiene potentes glucosinolatos antiangiogénicos, como brasinina y sulforafanos (Steinmetz, 1993).
- Consumir a la semana una taza de moras azules frescas, reduce 31% el riesgo de desarrollar cáncer de mama.
- Pescados y mariscos. Consumir 100 gramos al día de pescado o marisco reduce 26% la incidencia de cáncer de mama.
- Aceite de oliva extra virgen. Los secoiridoides contenidos en el aceite de oliva, reducen dramáticamente el crecimiento de las células madre del cáncer de mama (Corominas, et.al., 2018).
- Uvas. Por la cantidad de resveratrol que contienen.
- Piñones, pistaches y arándanos. Pueden interferir hasta 60% en el crecimiento de células madre. (Wang, et.al., 2017).
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